Sentía que me caía, y entoncés desperté. La sensación me resultaba extrañamente familiar, no sabía donde estaba. El suelo en el que me encontraba era blando, me incorporé y puse las palmas sobre él. Era rojo y suave, de tela. Llegué a una conclusión, pese a no verla visto en mi vida sabía que eso era moqueta. La habitación no era muy grande, sin muebles, las paredes estaban recubiertas de papel y aunque pareciera extraño estaba rodeado de chimeneas encendidas. Pensé que era bastante peligroso, en cualquier momento podría saltar una morceña (brasa) encendida y prender todo de manera instantánea. Lo más curioso era que no tenía calor.
Lo único diferente a las chimeneas era una puerta, era pequeña pero tenía una abertura. Me levanté y la empujé, no cedía pero no estaba al mismo nivel que el resto de la puerta por lo que deducí que se abría hacia el otro lado. El hastío se apoderó de mí, así que me volví a tumbar en el suelo y dije en voz alta: "Que te jodan habitación de las chimenéas". Nada más acabar de decirlo la trampilla se abrió unos milímetros y una hoja se deslizó dentro de la habitacíon. La cogí, había escritas unas palabras: "Que te jodan a tí también infeliz de mierda". Creo que se había enfadado...
Me dio un poco de miedo que la habitación me contestara , así que me callé. Después de un rato pensé que algo tenía que hacer además de quedarme allí sentado así que susurré unas palabras - Haz algo... . La trampilla se volvió a abrir, esta vez un poco más que la anterior, y una caja cayó al suelo. La abrí, en el interior había un bote color marrón con una etiqueta en la que se leía "Cloroformo" en grande y "Mantengase fuera del alcance de los niños" en pequeño. También había un trapo. Impregné el trapo con el cloroformo y lo dejé a mi lado. Pensé en probar algo más - ¡Quiero un bocadillo de jamón! . La trapilla se abrío una tercera vez, y allí estaba mi bocadillo envuelto en papel plata. Se lo quité y me lo comí sin no fijarme en una cosa, lo habían envuelto por el lado que no era, por el brillante. Hecho esto el hastío volvió apoderarme de mí así que cogí el trapo empapado de cloroformo y lo arrojé a las llamás de la chimenéa que tenía enfrente ¡Cómo ardió! - ¡Su puta madre!.
Entonces cogí el bote marrón y me golpeé con todas mis fuerzas en la cabeza ¡PAM!, sentí la moqueta en mi mejilla izquierda.
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