Despertó en una sala fría. Era una cocina pero él todavía no se había dado cuenta. Se incorporó lentamente, un golpe en la cabeza le hizo espabilar, estaba debajo de una mesa. Alguien estaba sentado al lado en una silla de mimbre, podía haber tocado sus piernas si hubiese querido.
Lentamente salió de debajo y la vio. Era una mujer que afanadamente estaba colocando cubiertos en montones, cada cuchillo al montón de los cuchillos, cada tenedor a los tenedores... . Parecía muy ocupada y ni siquiera le miraba. Los cubiertos los sacaba de un cajón puesto encima de la mesa, tenía muchos cubiertos en su interior, grandes, pequeños, de todas clases. La mesa era barata, verde y fea. Juraría que la había visto en algún lugar. Habló a la mujer, pero esta no le contestó. No podría decir la edad que tenía, sus rasgos eran extraños.
La gritó durante diez minutos. Después se cansó. Miró a su alrededor, en la cocina no había puertas ni ventanas pero aún así había luz. No podía comprender de donde venía, no entendía nada. Cerró los ojos, cogió el cajón y lo volcó con violencia. Todos los cubiertos se desparramaron por el suelo. Finalmente lo levantó vacío para dejarlo caer contra su cabeza ¡PAM! ... y la habitación se quedó a oscuras.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario