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Cogió la última cosa que no había destrozado, el teléfono. No tenía línea. Colgó de nuevo. Miró la bola echa pedazos, y después volvió a coger el teléfono. Seguía sin línea. Se levantó a por lo que parecía el trozo de plástico que estaba dentro de la bola, donde vienen escritas las respuestas. Otra vez negativa. Por más que buscó entre los restos no pudo encontrar ninguna otra respuesta.
Cansado finalmente se sentó al lado del teléfono, lo volvió a descolgar, seguía sin línea. Esta vez le daba igual, no lo necesitaba para llamar. Alejó el auricular todo lo lejos que le permitió su brazo y sin dudarlo se asestó un golpe en la sien con él. ¡PAM! , cayó hacia delante sin sentido. El teléfono de repente volvió a tener línea.
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